Estoy cansada de las reglas que nos imponemos cuando conocemos a alguien. Hace un par de semanas viajaba con una amiga en el tren, y me pregunto sobre como me había ido con ese nuevo chico.
Chico simpático, lindo y aparentemente bueno. No tenía motivos para quejarme obviamente, pero sin embargo al terminar la salida, ya tenía estipulado en mi propia mente cuales eran los plazos que iba a darle.
Para comunicarse de alguna manera: tres días.
Para darme indicios de la situación: una semana.
Para repetir la salida: dos semanas.
Lo único que le comente fue el tiempo que le daba para volver a vernos, ella no pudo más que reírse, aclarándome que yo esta completamente loca, y que debía escribir un libro sin duda.
Pero yo no pude más que pensar ¿Acaso existe alguien qué luego de una primera cita no genere expectativas y plazos? Hoy hablando con otra amiga, me comentó que el chico de turno de ella, por primera vez de la primera salida, se había conectado al msn. Y que se moría porque le hable, pero que ella no lo iba hacer, ya que de esa forma estaría demostrando mayor interés que él. Bajo la lógica femenina tiene razón, sí un chico no te habla después de salir, damos por sentado que no quiere repetir el encuentro. Sin embargo… ¿Vos le hablaste?
En una época donde mujeres y hombres se codean por estar en el mismo lugar, ocupar los mismos puestos e interpretar los mismos roles. ¿No es machista asumir qué él siempre tiene que dar el primer paso? ¿No sería justo darle una mano?
Existen dos motivos para una misma decisión. La que se mantiene en el lugar de espectadora mientras él lleva a cabo toda la acción, por un viejo prejuicio de que los hombres deben ser caballeros y nosotras damiselas en peligro, a las cuales rescatan o seducen, dependiendo la situación. Y aquella razón que se ve influencia por un poco más de picardía. No quiere dar el brazo a torcer, porque cree que el hombre en cuestión se sentirá en igualdad de interés, y se esforzará menos en captar y hacerse merecedor de su atención. Así que todo pasa a tratarse de un tire y afloje, para ver quien tiene la sangre más fría.