28 de julio de 2010

Reglas

Estoy cansada de las reglas que nos imponemos cuando conocemos a alguien. Hace un par de semanas viajaba con una amiga en el tren, y me pregunto sobre como me había ido con ese nuevo chico.
Chico simpático, lindo y aparentemente bueno. No tenía motivos para quejarme obviamente, pero sin embargo al terminar la salida, ya tenía estipulado en mi propia mente cuales eran los plazos que iba a darle.

Para comunicarse de alguna manera: tres días.
Para darme indicios de la situación: una semana.
Para repetir la salida: dos semanas.

Lo único que le comente fue el tiempo que le daba para volver a vernos, ella no pudo más que reírse, aclarándome que yo esta completamente loca, y que debía escribir un libro sin duda.

Pero yo no pude más que pensar ¿Acaso existe alguien qué luego de una primera cita no genere expectativas y plazos? Hoy hablando con otra amiga, me comentó que el chico de turno de ella, por primera vez de la primera salida, se había conectado al msn. Y que se moría porque le hable, pero que ella no lo iba hacer, ya que de esa forma estaría demostrando mayor interés que él. Bajo la lógica femenina tiene razón, sí un chico no te habla después de salir, damos por sentado que no quiere repetir el encuentro. Sin embargo… ¿Vos le hablaste?

En una época donde mujeres y hombres se codean por estar en el mismo lugar, ocupar los mismos puestos e interpretar los mismos roles. ¿No es machista asumir qué él siempre tiene que dar el primer paso? ¿No sería justo darle una mano?

Existen dos motivos para una misma decisión. La que se mantiene en el lugar de espectadora mientras él lleva a cabo toda la acción, por un viejo prejuicio de que los hombres deben ser caballeros y nosotras damiselas en peligro, a las cuales rescatan o seducen, dependiendo la situación. Y aquella razón que se ve influencia por un poco más de picardía. No quiere dar el brazo a torcer, porque cree que el hombre en cuestión se sentirá en igualdad de interés, y se esforzará menos en captar y hacerse merecedor de su atención. Así que todo pasa a tratarse de un tire y afloje, para ver quien tiene la sangre más fría.

Soy una pésima estratega, y mientras mi amiga Sam siempre logra que su novio le ruegue para ser perdonado. Yo lucho conmigo misma, para comportarme y cumplir mis propios plazos. 

26 de julio de 2010

Mi Buenos Aires querido




 


No importa cuantos problemas sociales, económicos o políticos haya. Buenos Aires siempre tendrá ese halo especial, que logra que tanto turistas como residentes nos enamoremos una y otra vez de sus calles.

15 de julio de 2010

Ladran Sancho...

La industria textil es muy sucia. Uno, el ajeno a ella, ve la prenda terminada y paga por esta el precio que cree le corresponde. Sí la etiqueta excede lo que el cliente considera adecuado, se va del local con la idea de que ha evitado un robo sin armas a sus bolsillos. Sí en cambio está de acuerdo con la suma, no solo la pagará contento, sino que la llevará como una bandera bien en alto, para que todos la vean.
Y cuanto más alto es el precio, mucha gente, opta por subir ese mástil un poco más arriba, para que la insignia de esa etiqueta flamee más cerca del cielo.
No creo en los precios. Creo en lo que te hace sentir esa camisa la primera vez que la viste. La fascinación por los pliegues que se forman, el detalle de algunas alforzas, la batista %100 algodón, el calce perfecto. Esas cosas, que se generan una vez cada cierto tiempo, sí valen lo que pagas y tal vez más, como alguna vez leí.

Pero cuando uno se está abriendo paso en esta hermosa, pero conflictiva industria, empieza a ver las cosas un poco más comercialmente. De repente el modal te parece más insulso y excepto que haya una muy buena causa, o una fascinación a primera vista. Pagar 100 pesos por una remera de este material, te parece un poco ridículo.

De todas formas eso no es lo que me molesta, sí está a ese precio es porque alguien lo compra, o alguien considera que lo vale.

Me molesta la gente del ambiente. Por primera vez me sentí saboteada, desde que empecé incursionar en esto, y por alguien que consideraba, no sé sí mi amiga, pero sólo unos escalones por debajo de ese título.
Soy buena, aunque haya gente que lo ponga en duda, mi material genético lo comprueba. Y lo más importante, tengo códigos. Será por eso que duele no? Porque yo no lo haría…


Pero como dijo mi padre: “Ladran sancho, señal que estamos cabalgando”

14 de julio de 2010

Revividor de relaciones

Hay gente que vive enamorada. Esas mujeres que haces años conoces y nunca la viste soltera. Se pelea con uno y a la semana lo repone. No se enamora. Porque ya esta enamorada del amor


Hay gente que vive buscando a un amor que toque la puerta. Otras que noche tras noche estrenan a alguien nuevo. Están esos que sólo quieren algo para presentar ante sus conocidos, y se consiguen un maniquí muy bonito, con una gran sonrisa.


Los de relaciones complicadas, que cada día es una novela, y siempre se pelean entre ellos, entre aquellos, o entre todos. Los de las relaciones interminables, entraron a tu vida de la mano de una pareja, y se fueron aun con esa mano ocupada.
Los que creen en el horóscopo. Los que sólo quieren a alguien para San Valentín. Los que se enamoraron una sola vez y nunca más pudieron hacerlo. A los que le rompen una y otra vez el corazón.


Y después hay gente como yo, revividores de relaciones.

Siempre se entretienen apareciendo en la vida de esa persona que hace mucho se ha marchado. Siempre tienen algún ex que les toca la puerta, aun cuando nadie se lo esperaba y quizás hasta se hayan mudado de ahí. Siempre repiten patrones, mismos rasgos fisicos, mismas patologías, mismas peleas. Y siempre tienen archivados a aquellos que lograron colarse en su vida, para que cuando, reaparezcan –porque siempre vuelven- el sentimiento siga intacto.


Debe ser por eso que no me enamoro. Debo tener mucho cariño desparramado por ahí.


Y sin que hoy siquiera hubiese pensado en esa posibilidad, “Cristian, el primo de…”, toco en vez de a mi puerta, a una solicitud de amistad, para que después de 3 años volviéramos a hablar. Quien sabe que pasará ahora.

10 de julio de 2010

Single Girl


Las mujeres dedican su vida a enamorarse. Buscando llevar a la realidad un cuento de hadas donde terminan felices y casadas. 


¿Es necesario formar una pareja para sentirse completa?

Obviamente la respuesta lógica, gracias a Dios, es no. Pero realmente las personas, y en especial las mujeres, parecen olvidarlo. O al menos ser algo escépticas ante la idea. Sí encuestáramos, estoy segura que una mayoría aplastante opinaría que recién se sentirían/sintieron realizadas estando casadas con hijos, y sí las pinchamos un poquito más agregarían el plus de una casa propia y un auto (para ellos, no sus parejas).

Quisiera reír, pero la idea no deja de parecerme algo escalofriante. ¿Y sí no me caso jamás?¿Sí soy una single girl para siempre, es que no he triunfado?
Para la gente que me conoce, soy, con mi veintena, el antitesis del matrimonio. Quizás me case algún día, pero sé que probablemente eso termine (como en 70% de los casos) en un divorcio. Ojala fuera sin retoños de por medio.

Entonces, sí mi idea de felicidad se basa en una departamento propio, con mínimo dos ambientes, un trabajo que me guste como editora, y un ropero mas grande que mi comedor. A la opinión ajena. ¿Seré una fracasada?

No sería lo más lógico, disculpen mi ingenuidad, ser feliz conmigo misma y lo que he logrado, que gracias a un tercero. Al fin y al cabo, dicen por ahí, que de mi propia vida yo soy la protagonista, y los demás actores de reparto, en una obra que yo, solamente yo, elijo como llevar a cabo. 
Supongo que mi consuelo siempre será Samantha.

7 de julio de 2010

Un paseo por el jardin


Galliano no es un diseñador que me llame en general mucho la atención. Demasiado acting en sus pasarelas, para mi gusto. Pero esta vez, quizás y solo quizás, como contra respuesta al frio que hace en este hemisferio, me deslumbre por tantas flores, por tanta primavera. Estoy anhelando terriblemente la llegada de esa estación, y esta colección fue como una bocanada de aire fresco, diría la expresión, pero en mi caso lo preferiría cálido


Así que cuando ojeando por el mundo de los blogs la encontré, quede maravillada. Me pareció original, me pareció renovadora. No demasiado coherente siendo que pertenece a la próxima temporada otoño/invierno. Pero inspiradora.


No es una colección elegante, no es una colección del todo usable por una mujer “normal”. Estoy segura que pocas de mis conocidas se atrevería a usarla. Y sin embargo representa a una mujer. Que como leí en algún lado, no teme arriesgar, no teme caer en la vulgaridad y sale a flote. Ya lo decía Vreeland “no hay que temer ser vulgar, sólo aburrida”.


La mujer de Dior no es aburrida, en absoluto, las formas resaltan, los colores contrastan, y sí el observador tiene una pizca de imaginación, logra ver aquello que quería representar. Un jardín lleno de flores, lleno de vida, de combinaciones sorprendentes, de formas únicas. Es una colección altiva, para mujeres altivas, y para observadores altivos.


Me enamoré de una gran mayoría de los conjuntos, de la habilidad de lograr que pese a tantas capas de tela, de tantos volúmenes, la silueta de la mujer siga en un primer plano, entallando la silueta, mostrando los hombros… Como una continuación del cuerpo.


Hay que saber ver la belleza de los detalles, y de la prendas en su conjunto. De la misma forma que uno mira a una flor.


Y aunque no soy una vehemente fanática de la naturaleza, siempre recuerdo la casa de mi tía en donde el vestíbulo, siempre era adornado por un jarrón lleno de azucenas.


O el hecho de que en cada aniversario, por más de 50 años, mi abuelo le regala una orquídea a mi abuela, como recordatorio de la vida que llevan juntos.

Una flor puede significar mucho. O no, dependiendo quien la mire.