27 de junio de 2011

Y como el Ave Fenix


Perdí ridiculamente el control. De un día para el otro, esa situación que yo me banagloriaba de controlar a la perfeccion se me escapó de las manos, y de repente me encontré volviendo a viejos patrones. A viejas conductas que creía olvidadas. 

Supongo que eso es lo peor de todo, cuando te miras al espejo y no reconoces el reflejo. Cuando después de meses de luchar contra tus peores defectos, tu mente se rinde, se agota; se da por vencida. Y tu cuerpo acata, acepta la orden, y la mirada vuelve a ser la de antes. Entonces afilas la lengua, porque sabes que no hay mejor defensa que un buen ataque, y vos te memorizaste todos los puntos débiles. Tuyos, de él, de ellos... 

Pero por más que lo pienses y lo pienses; sabes que ya a esa altura no quedan mas opciones, porque te cansaste de luchar contra vos misma. Quien sin duda, hoy y siempre será tu peor enemiga . Así que sólo podes mejorar tus escudos, mentalizarte, contar a tres, respirar y apostar a lo que viene.

23 de junio de 2011

De victorias y finales


Terminar una relación es una de las cosas más difíciles que puede hacer alguien. Y aunque intentemos aferrarnos a la idea de que lo mejor es "cortar por lo sano", no puedo evitar pensar... Quién define que ese corte es lo mejor? Y es en el mejor momento?

No importa cuanto intentemos negarlo, y cuanto hablemos sobre llegar a un mutuo acuerdo. Siempre hay una de las partes que no esta tan conforme con la decisión de terminar. Sino, lo hubiese planteado primero. Así que no se mientan.

Pero no sólo tendemos a engañarnos respecto a ese hecho, sino con la pre establecida idea, de que el único que sufre es el el "dejado". En contra de lo que casi todos los que me conocen creen, la mayoría de las veces no fui yo la que puso el punto final. Pero puedo decir sin miedo a exagerar, que siempre les di motivos para que lo hicieran. Consciente o inconscientemente... No importa. Sellé el final de todas mis relaciones, pero no me animé a afrontarlo.

Como sí una parte de mi se negará a aceptar que las cosas terminan, que los amores de verano no superan esa estación, que hay límites que no debemos cruzar. Y que una vez que baja el telón, no te queda otra más que agarrar tu cartera, calzarte los zapatos e irte con un portazo.

Sí me apuran un poco, puedo confesar que así y todo, nunca nadie pudo dejarme completamente. No hay historia en mi vida, que al cabo de meses o años, no haya reabierto sólo para demostrarme que podía, y que la otra persona seguía sintiéndose atraído por mí. Sí me preguntan qué gané? Les puedo contestar sinceramente: 

Gané muchísimas relaciones inconclusas, muchos dolores de cabeza que deberían haber quedado enterrados en el pasado, muchas historias presentes arruinadas por la presencia de un viejo amor, mucho cinismo- demasiado-, muchas miradas de deprobación por parte de mi entorno, muchos rejuntes de ex que no llevaron a nada positivo.

Estoy intentando cambiar, por primera vez se presentó alguien en mi vida, hace unos meses, por el cual quise hacer modificaciones en mi conducta. Elimine a mucha gente que no me estaba aportando nada, deje la máscara de frialdad a un lado, e intente abrirme a esa persona, para que conociera una faceta de mí que ni siquiera yo conocía. Se terminó, y aunque él fue él que puso el punto final, creo que yo fui la que salí ganando. 

Dudo que haya sacado algo positivo él de todo esto. Yo en cambio me redescubrí a mí misma, y como diría un buen amigo, le pedí a mi eterno personaje de "Reina de Hielo" que tomara asiento en el banco de suplentes, y dejara participar a alguien nuevo.

Terminar una relación siempre deja saldos, en ambos bandos. Lo importante es saber deducir si has sacado algo positivo de todo eso, y sí así lo has hecho, sonreí. Porque significa que has ganado esa batalla y una victoria, siempre es una victoria, por muy amarga que sea.

17 de junio de 2011

Marquesa de Merteuil


No estoy segura cuando empezó a ser un juego y dejo de ser algo casual. Pero un buen día me encontré saboreando cada triunfo, y manejando las conversaciones para llevarlas al lugar que necesitaban que se dirigiesen, sin mayor dificultad. Hacía que la gente saltara a la altura que quisiese y en algunos casos, hasta rogandome hacerlo. Disfrutaba mis victorias. Me relamía con cada logro, y me frotaba las manos con cada batalla ganada. Para cuando me percaté ni siquiera era un pasatiempo ya, sino una obsesión con todas las letras.



Las más divertidas siempre eran las improvisadas. Aquellas que se presentaban ante mí sin siquiera haberlo deseado y que precisaban de minuciosos e inmediatos análisis, para ser llevadas a cabo. Las saboreaba, como un leon a punto de tirarse sobre un cervatillo indefenso.  Porque sí había algo mejor que ganar, era ganar un frente el cual por falta de tiempo, o interés no pensaba pelear. Sí me lo entregaban en bandeja de plata, no podía más que agradecer a mi suerte y tachar un país más en el TEG que se había vuelto mi vida.



Algunos me consideraban una psicopata, otros me tenian lástima y otros se divertian ante lo ocurrente, ante lo estrategico o lo que más les gustase. No era maldad mi motivación, no había fines ruines tras mis palabras. La única razón que me incitaba a hacerlo, era el saber que podía, y la capacidad de poder seguir un plan hasta el final aun cuando el caos invadiera mi vida.



Ese era el problema, yo estaba demasiado obsesionada con obtener lo que consideraba mi objetivo; como para detenerme a pensar. Tanto, que ni siquiera me importaba que ganando esa guerra, perdiese todo un imperio.

1 de junio de 2011

Creer o reventar


Y un día darás por sentado que esta charla, o estas charlas son rutinarias. Forman parte de eso, de ustedes. De sus idas y vueltas, de la eterna historia de amor no concluida, no llevada a cabo. Esa que parece renacer y desaparecer, sin lógica aparente. Y lo intentarán, una y otra vez...

Pero yo no le podré creer que sus besos son sinceros, ni el podrá enamorarse de mí, porque ya lo esta de él.