2 de agosto de 2012

Inmortalidad

El mundo de la moda siempre se manejo a velocidades radicales, haciendo de lo nuevo, algo viejo, y de lo viejo algo vintage en poco tiempo. Un día podías ser la It Girl del momento y en tan solo unos meses pasar a ser una foto descolorida en un diario viejo. Hoy cuando muchas veces la popularidad ni siquiera llega a la hoja impresa, la gente se aferra a los minutos de fama esperando que sean eternos. Tal vez se trate un poco de eso que proclamaba una de las leyes de Murphy “Puede que la gloria sea efímera, pero el anonimato es eterno”. Y aquí todos están desesperados por un trozo de cielo.


Pero entre todas esas caras que pasan, siempre hay algunas que el recuerdo perdura. Que se mantienen vigentes, que marcan puntos de inflexión. Lo fue Coco Channel, lo fue su revolución femenina, lo fue su pantalón, su chaqueta, su Channel nº5 y lo fue Marilyn cuando hizo la mayor publicidad de la historia. Probablemente, sin cobrar un centavo.


Lo fue Dior, con sus jaulas de pájaros, con sus metros de tela, con su ideal de mujer tan exageradamente femenino y antinatural tal vez, y lo fue Yves Saint Laurent. Un pequeño genio educado bajo el ala de otro grande. Yves Saint Laurent y su smoking, su Mondrian hecho vestido, sus frases para la historia.


Lo fue Richard Avedon y sus fotografías, su habilidad para captar los momentos justos, las expresiones más puras, los movimientos más naturales y también los más complejos; cuando las cámaras lejos estaban de poseer la tecnología que tienen hoy en día. También lo fue Irving Penn y aquella frase hace tiempo pronunciada lo dejó bastante claro : "Una buena fotografía es aquella que comunica un hecho, toca el corazón y deja al espectador como una persona cambiada por haberla visto"


Lo fue Audrey y su Desayuno en Tiffanys, lo fue Grace Kelly y sus corridas por Monaco en Atrapa a un Ladrón – que nadie hubiese predicho la llevarían a la muerte-. Lo fue Cary Grant y su capacidad de traspasar la pantalla, convirtiéndose en un galán atemporal. También lo fue Rita Hayworth, quien probablemente haya tenido que vivir gran parte de su vida tras la sombra de Gilda y a quien más de uno le habrá rogado que se sacara un guante.



En todas las épocas existieron los genios, y aunque no importa cual haya sido su especialidad, si importa el que lograron inmortalizarse, y en los tiempos de hoy, eso es todo.