Vivimos esperando que las oportunidades lleguen, vivimos
esperando el momento ideal para dar el zarpazo y asegurarnos que esa chance,
nuestra chance está en nuestras manos. O eso nos acostumbramos a creer, o eso
es lo que tratamos de hacerle creer al mundo.
En realidad somos cervatillos asustados poco dispuestos a
correr riesgos, poco dispuestos a dejar ir lo que ya tenemos agarrado de la
mano. Lo seguro. No nos pidan que apostemos a ciegas y dejemos destinado al
azar la posibilidad de una oportunidad. Nos gusta controlar todo incluso lo que
no se encuentra dentro de nuestra jurisdicción, y sino me creen pregúntenselo a
su pareja, a sus amigos.
Nosotros no queremos que nuestras posibilidades surjan,
queremos crearlas y luego queremos apostar por apuestas seguras. Quizás en otra
vida, podamos disfrutar jugando a la ruleta rusa.