Cuando
lo conocí no era mi mejor momento, en realidad era un momento bastante malo.
Estaba harta de todos los hombres, de toda la histeria que había en el mundo,
de todos los finales infelices o inconclusos, y principalmente de mí. Porque
viste lo que dicen, que si hay algo peor que luchar por las causas perdidas, en
cuando esas causas perdidas somos nosotros. Y yo era una, tal vez la más
perdida de todas.
Y en
eso estaba, cuando cayó de improvisto en mi vida, y aunque suene trillado todo
cambió. Porque uno sabe cuando está a punto de sucederle algo importante, y yo
lo supe. Y me prometí a mi misma que esta vez no iba arruinarlo. Con poco esfuerzo
lo deje entrar en mi vida, lo deje conocerme y me permití conocerlo.
A
partir de ahí mi vida dio un giro de 360º, y deje de ser una causa perdida para
encontrarme a mi misma. Deje de buscar ser la malvada de la película, la
segunda en discordia, la inaccesible, y me decidí a ser la protagonista de mi
vida, de mi propia historia de amor.
Porque
la vida es así, puede haber mucha confusión, muchas malas decisiones, pero
cuando llega la oportunidad de tu vida hay que tomarla fuerte y desear que
nunca se vaya.