9 de mayo de 2010

Recuerdo



Sus gestos eran más puros, más perfectos, podía recordar claramente cada una de sus expresiones y eran francamente mucho más pulcras, más únicas. Pero es probable que la memoria me haya fallado, y haya idealizado cada aspecto de su persona.


Porque sin duda esa cicatriz no era tan grande, esas leves marcas de una varicela infantil no tan visibles, y su barba estaba mucho menos desteñida.


En mi recuerdo, su voz era más áspera, hablaba pausado y reía profundamente, decía siempre cosas interesantes. Y cuando me agarraba de la cintura podía sentir una descarga eléctrica recorrer mi espina dorsal. Mis manos cabían perfectamente entre las suyas. Y mi cuerpo se amoldaba  armoniosamente a sus brazos, siempre protectores.


Ahora que lo volvía a ver después de tantos meses, me encontraba con alguien totalmente distinto, con una versión profundamente desmejorada del chico que me había enamorado. Y no pude más que sentir un poco de tranquilidad al saber que no era tan perfecto en la realidad como en mis sueños.


Aunque nunca olvidaría ciertos pequeños detalles, muy de él. Su manera de caminar, de ladear la cabeza cuando decía algo tonto, o tomarme las manos simplemente para que sintiera que estaba ahí, eran pormenores que me habían marcado.




Me sonrió y no pude, ni quise, devolverle el gesto, solo asentí. Mientras hacía un esfuerzo sobre humano para quitar mi vista de sus manos entrelazadas con las de ella. Porque al fin y al cabo nosotros ya habíamos perdido nuestra oportunidad, y el se había entregado a otra. Que envidia querida. Yo no tuve tiempo de cansarme de él y es por eso que hasta el día de hoy su imagen me persigue a donde quiera que vaya.


(Las imagenes fueron tomadas del blog de Holly)

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