11 de febrero de 2012

Cuenta Regresiva



Siempre pensé que cuando cumpliera los 22 años iba a estar encaminada. Es más creía, ingenuamente, que ya tendría mi lugar en el mundo.  Las metas, como todo en mi vida, variaban. Ninguna se mantenía constante. Sólo la fecha.

Quería tener una vida envidiable, quería demostrarme a mí misma que era especial. Y mi fecha tope era los 22 años. Estoy a seis meses de cumplir esa edad, y no tengo trabajo, ni una carrera en estado avanzado. Si miro en perspectiva, en lo único que he logrado prosperar ha sido en superar mi pánico a las relaciones. Hoy en día por fin estoy con alguien, sin novia, sin neurosis, sin bipolaridad y sin cinismo. Hasta por momentos me parece algo increible.

Pero a pesar de eso no puedo evitar preguntarme: Qué pasa cuando no cumplimos nuestras metas? Qué pasa cuando todos aquellos proyectos y limites temporales que habiamos establecidos de repente caen por su propio peso? Tenemos que sentirnos frutrados? O simplemente aceptar que no todos los caminos son en linea recta y a veces tenemos que dar muchas vueltas para llegar al final.

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