18 de marzo de 2013

Cinema Paradiso


Tal vez sea la más bella historia de amor contada jamás; tal vez no de amor, pero sí de amistad, de pasión. Tal vez sea un guiño a todos los que nos hemos desvelado por una película.  O un reconocimiento para aquellos que perdieron mucho por ir tras un sueño, para aquellos que resignaron su felicidad y la de otros por algo que consideraban como un bien superior.


Tal vez sólo los apasionados puedan sentirse identificados, a los que le rompieron el corazón, los amantes del cine, o de los detalles. Tal vez fue un tributo sólo digno de aquellos que disfrutan la perfección, aquellos que reconocen y aplauden las buenas tomas, las ediciones precisas, la música transportadora. Sin duda es un homenaje a las guerras, a los que perecen en ellas y a los que quedan relegados por no poder participar; a la familias destrozadas, a los lujos pequeños-que son los únicos que cuentan- a los pueblos marginados y a las cualidades que nos hacen distintos.


Cinema Paradiso era una asignatura pendiente en mi vida. Y esta bien que haya sido así. Porque probablemente en otro momento de mi vida no hubiera sentido esto. Cinema Paradiso no sólo es una palmada en el hombro para todos los cinéfilos, sino también para todos aquellos apasionados, que pierden la  cabeza por esa pasión, y eso no es poco.

Cinema Paradiso te recuerda lo que es perdonar, las consecuencias que trae soñar, la soledad, la nostalgia de lo que pudo pero no fue, o de lo que era y ya no es.


Todos en nuestra vida fuimos alguna vez Toto, joven y apasionado. Pero también todos, alguna vez, seremos Alfredo, sabio, resignado y viviendo en los otros la posibilidad de realizar los sueños que no pudo. 


Porque así es la vida, una sala de cine que pasa de película a película, de cinta a cinta, hasta que las maquinas paran, la gente se retira, las luces se apagan y sólo queda el recuerdo de lo que fue.

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