2 de agosto de 2010

Matias, el artista.


Nunca van a conocer a alguien tan emocionalmente inestable como un artista, es imposible seguirle el ritmo. Seguir su oleada de sentimientos, tan cambiantes, pero tan intensos es imposible para alguien con un ritmo de vida un poco más normal.
Desaparece por semanas, donde vos tenés la posibilidad de conocer decenas de personas nuevas. Y de repente, cuando menos te lo esperas aparece, con sus palabras, con sus promesas, con su arte. Esa era la historia constante. Una y otra vez la situación se volvía a repetir, a veces había peleas de por medio,  hasta relaciones de por medio, pero siempre terminaba apareciendo, como si nunca se hubiera ido.
Matías era así, descontando todas las ideas y venidas, todas las traiciones, y todas las peleas. Su inestabilidad no nos permitía siquiera probarlo; y yo me quedaba resignada ante la idea de que lo nuestro jamás iba a funcionar.
Esta vez creí que iba a ser diferente. Hasta que la realidad me termino cacheteando de vuelta. Así que estoy hace 5 meses con una relación resucitada de sus cenizas, que esta…exactamente en el mismo lugar que cuando reapareció. Nos vemos una vez al mes, en la que escucho todas sus divagaciones sobre la relación ideal que vamos a tener juntos. Pero una vez que cae la noche, ambos tomamos nuestros abrigos, y sin mirar atrás, seguimos con nuestras vidas.
Acabó de cerrar la conversación con él. Hoy, para no perder la costumbre el 90% de la charla consistió en tirarnos culpas sobre quién es el responsable de que hace un mes y medio no nos encontremos.  Y después sucedió lo impensable:
“Te parece que nos veamos mañana? Al mediodía te mando un msj."
Lo conozco, y hay grandes chances de que esto quede en la nada. Pero sí no lo hace, por lo menos es un respiro a una racha no muy buena. 
Ese es el secreto con Matías, y con los artistas/hippies/liberales en general. Respira hondo, contá hasta tres y tómatelo con muuuchaa calma.

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