29 de octubre de 2011
28 de octubre de 2011
No pierdas la cabeza...
...Por un poco de placer

Hace mucho tiempo, cuando estaba empezando a armar este blog
recién. Escribí sobre aquel día que compre mis primeros zapatos rojos.
Excelente día. Y hace unos instantes, haciendo memoria, me di cuenta que hace
mucho tiempo que no experimentó una sensación así.
Puedo recordar una situación parecida, allá hace un año
cuando estrene mi campera de cuero nueva. Creí que podría dominar el mundo. Sí
me apuran, me atrevería a decir que con solo usar esa prenda lo tenía dominado.
Pero después de ese día, no logré evocar otro hecho semejante.
Y así fue, el tiempo pasó, y una parte de mi se fue
evaporando. Para ser más precisos esa parte de mí que se enamoraba perdidamente
de cualquier objeto que me encantase, o de una persona que me diera una mano, o
de un chico simpático que me sonriera en un mal día, o de un altruista que
reflejara todo lo que yo nunca iba a ser.
Siempre me caractericé por ser una enamorada de la vida, a
falta de tener una relación estable. Y era feliz chicos. Quizás no rematadamente
feliz, pero sí insípidamente feliz. Vendí ese fragmento de mi corazón, el cual
permitía deslumbrarse de todo, por experimentar un sentimiento más profundo. Ahora
que lo pienso, más que vender lo permute.
Pero no tuve en cuenta algo muy sencillo, y entregué mi
corazón a alguien que jamás podría corresponderlo. Por mi afán de enamorarme,
no fui inteligente, no fui perspicaz, y perdí la cabeza por la persona que
sentía más cercana en ese momento. Mala elección.
Cumplí mi objetivo, y sentí más de lo que nunca había sentido
por alguien. Pero sin embargo ahora que miro a la lejanía, también terminé
perdiendo todos esos pequeños fragmentos de enamoramientos que tan viva me
mantenían.
Quién es capaz de decirme cuando se gana o cuando se pierde más?
27 de octubre de 2011
Puntos de Inflexión
Hay ciertos momentos en nuestras vidas que nos hacen replantearnos todo. Desde las decisiones que nos han llevado a esa posición, hasta las relaciones que mantenemos vigentes por miedo a quedarnos solos. Generalmente el miedo es muy injusto, nos hace ver oscuridad donde no las hay, y nos llena de dudas cuando solo hay certezas. Eso es algo que nunca deberíamos olvidar.
Pero no importa cuanto querramos taparlo, siempre llega un día- ESE día- donde se genera un punto de inflexión del cual no hay retorno. Te encontras desencantado con la vida, con tus amistades, con tus exs, con tu familia, con tu estudio, con tu trabajo, con lo que sea. Aceptas que estas cansado de algo y que solo podes empezar a descartar de que cosas no.
Si te gusta el melodrama- como a mí- vas a sumergirte en una exagerada instrospección y escribirlo en un blog, para que todo aquel que quiera enterarse pueda hacerlo de primera mano. Vas a cortar vínculos con un portazo, o revoleandole zapatillas a las 6 de la mañana por el balcón. Vas a desconectar el celular, y por tres días pretender vivir como hace 30 años. O hasta quizás te rapes y quieras dedicarte al budismo.
No importa cual sea el cambio, sí realmente es profundo o no, para bien o para mal. Sí sos de esas personas que creen que su vida es un teatro, y que como tal deben rendirle cuentas, viviendo de función en función, de show en show. Va a ser algo dramático. Tiene que serlo.
Se van a sumergir en sus más profundas miserias, o ahondar en los más ridículos extremos. Solo para sentir que no importa que parezca que todo se termina, el show debe continuar.
Y es que de eso se trata un poco la vida, no importa cuanto manches una hoja, siempre podes darle la vuelta y empezar otra.
26 de octubre de 2011
Sid y Nancy

Hace unos días volvimos a hablarnos. Siempre me “enorgullezco” de poder mantener un buen vínculo con la mayoría de los hombres con los que he estado. Será porque no soy buena manteniendo el enojo y no importa cuánto me lastimen, lamentablemente, termino olvidándolo.
Tal vez él sea el que más me lastimo. No por la fuerza del sentimiento, sino por la ingenuidad del mismo, y la ingenuidad con la que confié en él. Creí que sería incapaz de herirme, y creí que yo sería lo suficientemente fuerte para manejar cualquier situación. Es obvio, que ninguna de esas cosas sucedieron como esperaba. Él resulto no ser tan bueno como creía, y yo más enamoradiza de lo que esperaba.
Y los problemas empezaron a tocar nuestra puerta, nuestras ventanas, nuestras vidas. Las peleas se suscitaron una tras otra, sin intervalos de falsa tranquilidad ni nada semejante. Y ambos lo permitíamos. Porque es precisamente cuando podemos ver los limites de nuestra locura, cuando nos volvemos adictos a ella. Y con él no había limite que valiera. Siempre podía caer un poco más bajo, que el caería conmigo. Porque sí había algo en lo que nos complementábamos era que nuestras peores facetas se llevaban perfectamente.
Supongo que si quisiera ser dramática podría decir que fue mi SId y yo su Nancy. Por suerte él no tenía oído musical, ninguno consumía heroína y yo no termine acuchillada en el baño de un hotel. Hasta podríamos decir que tuvimos un final más feliz, separados pero bastante más sanos que ellos. Y sin embargo, en días como hoy no puedo evitar pensar que quizás ese no fue nuestro final, fue solo otros stand by en nuestra relación, como muchos otros.
Y la pregunta obligada me asalta por las noches ¿Esta vez funcionaría? Al fin y al cabo, sigo siendo una ingenua.
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