Tengo sentimientos bipolares respecto a la lluvia. Por un lado, y relacionado a una faceta más mundana, logra irritarme terriblemente. Hay que ir esquivando charcos, evitando paraguas o gente completamente empapada, el pelo termina siendo siempre un desastre. Sin hablar que sí te olvidaste el paragua, tenés grandes posibilidades de terminar un par de días en cama, gracias a ese simple descuido.
Me molesta la lluvia, porque creo fervientemente que saca lo peor de la gente, la altera. Como si por ir corriendo, o llevándose a la gente por delante fuesen a mojarse menos. Como sí esos tres segundos que se ahorran hicieran la diferencia. Hasta los automovilistas parecen estar desesperados por llegar a sus objetivos, y se niegan a dejar pasar peatones, o no miran por donde pasan bañando totalmente a algún desafortunado.
Pero cuando creo que mi día no puede empezar peor, recuerdo aquellas razones por las que me gusta la lluvia. Siempre me recuerda a él, al día que nos conocimos, al día que nos reencontramos, al día que nos abandonamos mutuamente –una de las mejores decisiones que tome – y una sonrisa nostálgica se me instala en la cara.
Instantáneamente recuerdo el tema de Frank Sinatra, y empiezo a tararearlo bajito como para darme buen ánimo. Recuerdo un piloto verde esmeralda que adquirí hace un par de temporadas y en los días nublados, logra hacer que todo brille un poquito más. Recuerdo que el final de Desayuno en Tiffanys es bajo la lluvia.
Y que en este tipo de días, todo puede parecer más especial, por el sólo hecho de tener un final de película.
Me pasa lo mismo con la lluviaaa! Si tengo q salir la odio, pero para dormir escuchandola es lo mejor jeje.
ResponderEliminarBuenismo lo q escribiste, me encanto como siempre. Segui asiii!
Y aunque digas q me odias se q no es asi ^^
Besitoo