26 de marzo de 2012

Drama


Quería llorar, quería gritar y que el miedo desaparezca. No hay peor cosa que cometer un error a conciencia y tener que esperar las consecuencias. No hay peor cosa que saber que no podes manejar los resultados de tu imprudencia. No hay peor cosa que jugar con fuego y sentir que este mismo está esperando el momento justo de cobrársela.

Solía decir que había madurado, que los años me habían hecho prudente, que había dejado el drama. Que él quitaba todo el teatro en mi vida, y me hacía vivir una existencia tranquila, ordenada, perfecta. Que ingenua que fui. La tragedia me siguió, como sigue a cualquier personaje de Shakspeare, y sin duda no puedo quejarme. La tragedia me sigue, porque yo me alimento de ella, me mantiene viva.

Inutil sería decir que jamás volvería a tener ese grado de inconsciencia, porque sé que lo voy a volveré hacer. Probablemente cambiaré la forma. La próxima vez buscaré una manera de generarme un dolor de cabeza completamente opuesto. Pero lo haré. En un mes me encontraré preocupada por otra cosa. Porque así soy, porque vivo esperando que las consecuencias me alcancen, y el día que lo hagan no voy a poder escaparme, agotada de tanto correr.


No hay comentarios:

Publicar un comentario